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Pingüino barbijo de la Antártica chilena estaría en riesgo, según estudio

Es una de las especies de pingüinos menos estudiadas y su población disminuye por el impacto del cambio climático en el ecosistema. La sobreexplotación de sus recursos alimenticios también sería un factor clave.

Los pingüinos no solo constituyen un símbolo de la Antártica: también son importantes depredadores y bioindicadores de los cambios ecológicos del ecosistema marino. De las cinco especies que viven en el continente, el barbijo es una de las dos que ha experimentado una severa disminución.

Una investigación realizada en 12 sitios reproductivos de barbijo en la Antártica Occidental e islas Shetland del Sur (y en una población no estudiada antes de la isla subantártica Bouvet), reveló que este animal posee una alta diversidad y homogeneidad genética debido a la considerable dispersión entre sus colonias. Sin embargo, el cambio climático obligaría al barbijo a desplazarse aún más para sobrevivir.

Las causas detrás de su disminución

«Las causas más invocadas sobre la disminución de esta especie, al igual que el pingüino de Adelia, se relacionan con el cambio climático que experimenta la Antártica. Por otro lado, a pesar de tener una amplia distribución geográfica los pingüinos barbijos intercambian suficientes individuos entre las colonias reproductivas para evitar la diferenciación genética entre sus poblaciones», señala Elie Poulin, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y académico de la Universidad de Chile.

La especialista añade que «este resultado contrasta con el pingüino papúa, cuyas colonias se encuentran aisladas entre ellas desde cientos de miles de años».

Juliana Vianna, investigadora de la Pontificia Universidad Católica de Chile, agrega que «a pesar de no haber encontrado diferenciación genética entre los barbijos de la Antártica y la isla Bouvet, la cual se encuentra a 3600 km de distancia, encontramos una diferenciación no muy marcada, pero presente entre la colonia de Georges Point, localidad cercana al límite sur de la distribución de los barbijos en la Antártica».

El estudio fue publicado recientemente en la revista BMC Evolutionary Biology y contó con la participación de un equipo internacional de investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), Pontificia Universidade Católica de Minas Gerais, Universidade do Vale do Rio dos Sinos, Universidad de Concepción, Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y del Norwegian Polar Institute.

Los científicos analizaron la historia demográfica, la dispersión por sexos, la conectividad entre las colonias y la diversidad genética de esta especie, evidenciando las diferencias con los pingüinos de Adelia y papúa, las otras dos especies del género Pygoscelis que se encuentran en la zona.

Hembras abandonan sus grupos natales

La investigación detectó una marcada tendencia de las hembras barbijo de abandonar sus grupos natales para moverse largas distancias, mientras que el comportamiento de filopatría, que es cuando un animal vuelve a reproducirse en la misma colonia donde nació, es más pronunciado en los machos.

Poulin, quien también es director del proyecto Anillo Antártico Biodiversidad Genómica Antártica, explica que “es frecuente ver en aves y mamíferos que los dos sexos de una misma especie no se dispersan de la misma manera. En este caso, la mayor diferencia genética detectada en los machos de diferentes colonias sugiere que son las hembras las que tienden a asegurar la dispersión de su especie.”

Condiciones ambientales

Por otro lado, las condiciones ambientales estresantes no solo provocan el declive en la población de estas aves: también las obligarían a aumentar su desplazamiento. Los efectos del cambio climático modifican, por ejemplo, la cobertura de hielo, lo que podría interferir con el comportamiento reproductivo de los barbijos.

Otras de las consecuencias serían las alteraciones en la cadena trófica marina, como la disminución del krill, el principal alimento del barbijo y Adelia. Muy diferente es el caso del papúa, especie que ha variado su dieta para no depender exclusivamente del krill y que, a diferencia de las otras especies de su mismo género, ha incrementado su población en la Antártica.

“La fauna y flora marina de la Antártica se ha mantenido durante millones de años en ambientes térmicamente estables y han perdido los mecanismos que permiten enfrentar variaciones térmicas importantes. Asumiendo los escenarios climáticos, las colonias de pingüinos barbijos podrían desplazarse hacia el sur de la Antártica y desaparecer de las zonas más al norte de su distribución”, sentencia Poulin.

 

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