Gabo y la fábrica de chocolates Fruna: Conoce al joven que visitó la industria más dulce de Chile

Era el último día de agosto de 2014 cuando el joven profesor de Enseñanza Básica, Gabriel Cárcamo (27) abrió unas Donuts de Costa y, al probarlas, su paladar refinado en materia de golosinas detectó de inmediato que eran idénticas a las Nonitas de Fruna. Entonces no dudó en estampar tal comparación en su cuenta de Twitter, pues según él “si voy a pagar el triple espero un poquito más de esfuerzo por parte de Costa, nosierto?”. 

Fue ahí cuando alguien le respondió “Sí, nos copiaron las Nonitas”. Intrigado por la respuesta que incluía un “nos”, comenzó una búsqueda para conocer quien era aquel que resolvió su duda. “¿Quién será Nicolás Santiesteban, seguramente un empleado de Fruna”, dijo. “¿Trabajar? Los Santiesteban son los dueños de Fruna”, le precisaron y fue como si le hubiesen dado un golpe  (aunque ese chocolate es de otra marca).

Quedó impactado. “¿Qué? ¿Acaso estaba interactuando con el heredero del imperio del confite popular de Chile y no lo sabía? Así que simplemente le pregunté por DM y la verdad salió a la luz. ‘Sí, mi papá es el dueño’. Negra quedé”, dice el joven de Cerrillos en la web www.loserpower.org.

Pero eso no fue todo, ya que lo más maravilloso vino después. El hijo del dueño le hizo una pregunta que todo el mundo quisiera oír. “¿Quieres ir a la fábrica de chocolates?”. Negra quedó.

Durante la visita vio cosas que solo Dios sabe que existen. Paseó por las máquinas de los marshmallows que “eran como 5 km de una masa esponjosa y colorida”, por el sector de los brazos de reinas y el de las galletas. “Comí tabletones antes que fueran tabletones”, relata con tono hipster. Luego se dirigió a la embotelladora donde pidió un recuerdo: una botella sin inflar. Finalmente se fue al área de los dulces. Ahí, entre medio de varias cajas vio “esas almendras que están al interior de huevos durísimos que antes valían $10”. “¿Quieres una?.. Saca”, le dijeron pero “por la timidez y para no parecer un roto hambriao, saqué solo 35″, cuenta el invitado.

– Conociste al heredero del Imperio Fruna, ¿qué sabor te produjo ese encuentro?

– Fue una dulzura nostálgica, por la conexión directa con la infancia. Era una emoción que pude controlar solo por que soy adulto y lo hice para no mostrar la hilacha, porque por dentro saltaba, gritaba, quería correr, revolcarme en los tabletones, bañarme en chocolate. Pasar por entre las máquinas traía olores que hacían rememorar recreos, cumpleaños, bajones, etcétera. Era como si fuera a Disneyworld y el mismísimo Micky Mouse me hiciera el tour.

– Tengo una duda. En una fábrica de chocolates, ¿hay Oompa Loompas o trabajadores?

– Es una mezcla. Los oompa loompas tenían turno en la noche, pero como fui en la mañana,  no los vi. 

Los trabajadores que vi eran gentiles y se mostraban naturales. Algunos se acercaban a  saludar y me ofrecían lo que estaban haciendo, otros se escondían cuando sacaba fotos y otros simplemente me ignoraban. El más chistoso fue uno que estaba sacando la vuelta  y cuando nos vio, saltó como resorte a trabajar. Si se hubiera quedado acostado como estaba, yo creo que pasaba más piola.

– Al conocer el proceso de elaboración de las golosinas, ¿cuál fue el producto que más te sorprendió?

– El proceso de las botellas fue el más llamativo ese día, desde la mini botella hasta que la inflaban y llenaban, pero el miércoles fui invitado nuevamente y el proceso de los helados es mucho más llamativo. Ver la simetría de los lollys, el bañado de los Mustangs, es lo que más me gustó.

– Ahora que ya eres incondicional del heredero de Fruna, ¿no le has propuesto a tu amigo crear algún producto innovador? No sé, se me ocurre, el “Helado Pinilla, todos se acuerdan de él por el palo” o “el chocolate político: es ilegalmente rico”?

– Podría ser una casata “Gustavo Hasbún: aunque sea media mala, igual se come entre cuatro”. Sin embargo, igual es difícil, porque por muy cercano que se llegue a ser del Heredero, el que manda es el Rey y ahí no hay mucho que hacer.

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