Profesor Campusano defiende al tradicional "piropo": “Es una frase hermosa que se dice a una mujer"

Desde el punto de vista etimológico la palabra ‘piropo’ viere de pyros y se puede traducir como el calor que da en la cara cuando se recibe una adulación. “Es una frase hermosa que se dice” advierte el reconocido profesor Jaime Campusano, quien se muestra contrariado ante la posibilidad de que en nuestro país se prohíba a través de la ley. 

“El piropo existe en todas las culturas y está dividido en el piropo, la zalamería, parabién y una serie de otras cosas que tiene el piropo”, subraya. Es por esta razón que lo defiende con fuerza, porque “el concepto español de piropo es una rima que se le dice a la mujer para reconocer su belleza”. 

A pesar de que se muestra a favor de éste acto, considerado por muchos como una galantería, deja claro que es necesario hacer una diferencia entre piropos y frases vulgares. “Ha pasado que esta frase hermosa que se dice para galantería se ha transformado en muchas culturas en frases no hermosas, sino que en frases de mal gusto”. 

“Encuentro toda la razón que no corresponde cuando a las personas las tratan de ‘guacha carnuda’ o ‘guacha peluda’ por que eso no tiene nada de piropeo. Pero tampoco lo deberían prohibir por ley, porque no se puede hacer una demanda por injurias por un piropo, eso es guerra perdida, lo que hay que llamar la atención es al regreso del piropo educadamente hacia lo romántico”, asegura. 

Campusano precisa que el piropo tiene una carga popular, lo que queda demostrado en la creatividad, pero nunca una carga asociada a comentarios sexuales, sexistas o que denosten a quien lo recibe.

“El piropo no debe nunca tener una carga vulgar y eso es lo que se confunde en Chile. El piropo cuando se sube al andamio pierde un poquito el romanticismo, pierde el ‘ubicatex’”. 

“No faltan los desubicados que caen en la ordinariez, que no saben de la elegancia del piropo”, manifiesta y deja claro que en el país cada vez hay más mujeres que se atreven a piropear a hombres cayendo en la misma característica de vulgaridad. 

“En Chile las mujeres también dicen piropos y algunos de ellos son bien entre el ombligo y la rodilla”. 

“Entonces también la mujer se ha soltado en esto de decir piropos y lo que menos dicen es ‘mijito rico’, no hay que olvidar el piropo que le decían a Ricky Martin, que las niñitas le decían “Ricky, Ricky queremos que nos culiiis””. 

“El piropo es un arma de doble filo” 

La posibilidad de que los piropos sean restringidos junto con las diferentes situaciones de acoso callejero, como plantea el Observatorio Contra el Acoso Callejero, es para la secretaria académica del Magister en Intervención Psicojurídica y Forense de la U. Diego Portales, Mónica Zúñiga busca definir un cambio cultural importante en el país. 

“O sea, imponer ciertas normas, ciertos castigos, cierto rechazo a conductas que en algún periodo o que en algún minuto parecen normales como los piropos, permite cambios culturales en las sociedades”, dice la profesional. 

Zúñiga explica que el piropo callejero es “un arma de doble filo” porque si bien puede entenderse como un comentario positivo, siempre tiene un componente de objetivación de una mujer por parte de un hombre totalmente desconocido. 

El problema que plantea la académica de la UDP es que si no existe un reproche cultural a esta conducta, el hombre puede pensar que tiene el derecho ir más lejos y llegar a los ataques físicos. 

“En la medida que esto se mantiene culturalmente es muy fácil avanzar de decirle algo a la mujer, a pensar que se tiene el derecho de si te gusta a tocar, y pasar al toqueteo y mantener de alguna manera esta división entre hombre y mujer, en donde el hombre es el que tiene derecho a andar apreciando a la mujeres y andar comentando sobre su físico, su manera de vestir, quitándole libertad a que la mujer ande por la calle libremente sin que nadie comente al repecho”, explica. 

En este sentido, Zuñiga comenta que es importante que la sociedad sea la que define si un piropo es algo positivo o no, para cambiar la mirada en donde la mujer se transforma en un objeto sexual de satisfacción, porque es ahí cuando se puede entender “como un acto de intromisión, de violencia y de agresión finalmente”. 

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