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Joan Báez y 86 años de eterna rebeldía: del reinado en la canción protesta a sus confesiones ante la pantalla

La película sobre la legendaria cantante y activista repasa la intensa vida de la artista cuyo valioso legado destaca por su compromiso social y las luchas pacifistas contra la guerra y la segregación racial. La dictadura prohibió su recital cuando visitó Chile en 1981.

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Una de las imágenes emblemáticas del histórico recital de Woodstock muestra a la legendaria cantante y activista Joan Báez cantando con su proverbial fuerza, a despecho del avanzado embarazo del que sería su único hijo, Gabriel. Dos años antes, en 1967, ya había estado once días en la cárcel por liderar protestas contra la guerra de Vietnam y la segregación racial, otro de los signos que marcan su intensa vida junto a la guitarra y la lucha por los derechos sociales.

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La misma Joan ya consagrada mundialmente que en 1981 llegó a Santiago para sumarse a las crecientes manifestaciones contra la dictadura de Pinochet, hoy enarbola con orgullo las huellas de sus activos 86 años. Se declara tranquila con su conciencia política y dispuesta a explicar por qué aceptó revelar los secretos de sus luchas y amores personales en una cinta documental que se estrena la próxima semana.

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“Joan Báez, i am a noise (soy un ruido)” es una película testimonial de casi dos horas que desarrolla un recorrido por su vida apasionante de sueños, fracasos, abusos, alegrías y compromiso constante con sus ideas y protestas, como bandera de la contracultura americana en los convulsionados sesenta. El film debutará en el Festival de Barcelona el 23 de abril y estará en las salas desde el 26.

Según adelantan los productores, Báez se estremece al contar ante las cámaras sobre los abusos sufridos de su padre cuando era niña, junto con recordar que la llamaban “mexicana idiota” en el colegio, así como repasa los ocho años de adicción a los ansiolíticos y su conflictiva relación con Bob Dylan.

En la biopic que atraviesa 60 años de su carrera en tiempos de guerras y revoluciones aparecen personajes y sucesos tan trascendentes como el pastor Martin Luther King, el Premio Nobel Bob Dylan, el tenebroso Ku Klux Klan, la derrota de Vietnam y el asesinato del presidente Kennedy.

Sobre las motivaciones que finalmente la llevaron a descubrir su alma ante la pantalla grande, Joan confiesa: “Tengo más de 80 años y quería dejar algo sincero. Di las llaves de mi intimidad a Karen (O’Connor, la directora) y ya no había vuelta atrás. Si quería cambiar algo desesperadamente ya había tomado la decisión y no podía volver atrás”.

En una entrevista reciente, Joan asume que revisar el producto fílmico de su historia fue un proceso doloroso y conmovedor. “Cuando estuvo terminado el documental lo vi unas diez veces y no sentí nada. Entonces me di cuenta de que lo veía protegiéndome, porque hay demasiada tristeza y confesión. Entonces, un día me relajé, cociné unas palomitas y me senté a verlo. Fue devastador, pero ahora estoy en paz”, expresó al diario El País.

En la película se suceden imágenes suyas en marchas antirracistas junto a Martin Luther King, en protestas pacifistas contra la guerra de Vietnam, y llevando de la mano a niños negros mientras miembros del Ku Klux Klan le intimidaban bajo sus capuchas. En retrospectiva, asegura que “estábamos todos demasiado locos como para hablar de salud mental. Eran los 60, con una combinación loca de cosas: Vietnam, el servicio militar obligatorio, la lucha por los derechos civiles. Si eras músico estabas todo el día ocupado, sin tiempo para otras cosas”.

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Su huella de admiración en Chile

La voz potente e inconfundible de Joan se hizo escuchar en todo el mundo con temas de culto como “Here’s to you” (Sacco y Vanzetti), “Diamonds and rust” y “Blowing in the wind”, por ejemplo, aunque también la artista reversionó a Víctor Jara, Violeta Parra y Mercedes Sosa. Ese vínculo especial se fortaleció luego de su historiada visita de 1981 a Chile, cuando el régimen militar prohibió sus conciertos, pero ella insistió en cantarle a quienes se identificaban con su mensaje de descontento y rebeldía.

Pese al impedimento del gobierno, diversas agrupaciones sociales lograron organizar una actuación sin venta de boletos –difundida sólo de boca en boca-, en un salón de la parroquia Santa Gemita, en Ñuñoa. En una noche de invierno, cientos de personas abarrotaron el templo para escuchar con emoción a Báez, quien no dejó de entonar “Gracias a la vida” y “El derecho de vivir en paz”. Esa visita solidaria, en tiempos de dictadura, reforzó la admiración de los chilenos por el canto de Joan, cuya actuación quedó registrada en un cassette del sello Alerce que hoy constituye un tesoro de coleccionistas.

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