Lo hizo «en nombre» del llamado Estado Islámico (EI).
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Sayfullo Saipov mató a ocho personas al arrollarlas con una camioneta en Nueva York, el martes.
El atacante, de 29 años, es de Uzbekistán, un estado de Asia Central cuyos ciudadanos han estado involucrados en varios atentados extremistas importantes últimamente.
¿Qué hay detrás de esto?
Uzbekos en Irak y Siria
Estos ataques han llevado a muchas personas a ver a Uzbekistán como un hervidero de islamistas radicales.
Como evidencia, usan los ejemplos de los uzbekos que se han unido a los yihadistas en Siria, Irak y Pakistán.
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De hecho, hay un grupo relativamente grande de combatientes de Uzbekistán en esos países.
Según los cálculos del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización y la Violencia Política, 500 ciudadanos uzbekos habían viajado para unirse a los yihadistas en Siria e Irak en 2015.
Pero es impreciso pensar que Uzbekistán y Asia Central en su conjunto se están convirtiendo en una importante fuente de radicalismo islámico.
El nivel de extremismo en Asia Central es muy bajo.
Según la Base de Datos de Terrorismo Global, de los 85.000 actos extremistas registrados entre 2001 y 2016, solo 10 ocurrieron en Uzbekistán y 70 en toda Asia Central.
Lista negra
El papel del islam en Uzbekistán y en la región ciertamente está creciendo, pero esto no debe verse como indicio de radicalización.
De lo contrario, existirá el riesgo de que todos los musulmanes que vayan a una mezquita sean tratados como extremistas.
La retórica oficial en Uzbekistán es que los islamistas radicales representan una gran amenaza para la seguridad.
Sin embargo, analistas sostienen que este argumento se usa en gran medida para justificar represiones contra quienes critican al régimen.
Durante el gobierno del expresidente Islam Karimov, las personas que practicaban activamente el islam sufrieron persecución.
Según la organización Human Rights Watch, 12.000 personas en Uzbekistán están actualmente encarceladas por extremismo.
El nuevo líder del país, Shavkat Mirziyoyev, informó recientemente que bajo el gobierno de Karimov, su antecesor, 17.000 uzbekos habían sido incluidos en una lista negra de seguridad como extremistas religiosos.
Mirziyoyev eliminó recientemente a 16.000 de la lista.
Relación con la inmigración
Si miramos los perfiles de los atacantes uzbekos y de Asia Central en Estocolmo, San Petersburgo y otros lugares, la mayoría de ellos abandonaron su país de origen mucho antes del ataque.
Se dice que Sayfullo Saipov, por ejemplo, se mudó a EE.UU. en 2010.
El profesor John Heathershaw, de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, piensa que para entender por qué tantos ciudadanos uzbekos y centroasiáticos se radicalizan, debemos analizar su experiencia como migrantes.
«No podemos suponer que alguien hace siete u ocho años salió de su país con la intención de unirse a un grupo militante y atacar», dice.
«Creo que donde tenemos que buscar una explicación es en algunas redes de reclutamiento dentro de las comunidades de migrantes de Asia Central. Claramente, algo está sucediendo allí», señala.
De hecho, los combatientes uzbekos y de Asia Central que se unen a grupos extremistas tienden a ser reclutados de fuera de Uzbekistán.
Cuando los inmigrantes de este país son estigmatizados en su lugar de destino, especialmente cuando pierden el entorno familiar que alguna vez tuvieron, los grupos radicales pueden reclutarlos más fácilmente.
Entonces, quizás en el caso de Sayfullo Saipov, es su experiencia en EE.UU. y no su vida en Uzbekistán la que puede darnos una mejor comprensión de cómo se radicalizó.