Unas fotos de los dos bebés a las pocas semanas de nacer hicieron dudar a Jessica Allen. Los recién nacidos, que habían considerado gemelos, no se parecían en absoluto: uno tenía la piel mucho más oscura que el otro.
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La estadounidense, madre ya de otros dos hijos, había aceptado ser el vientre de alquiler de un matrimonio chino que ansiaba ser padres.
"Al principio creí que la madre biológica me había mandado las fotos para mostrarme cómo crecían", cuenta Allen en una entrevista a la BBC.
Pero unas semanas después de las primeras fotos, Allen recibió más imágenes. Esta vez con un mensaje.
"No se parecen, ¿verdad?", decía el texto.
Allen le preguntó entonces si había pensado por qué eran tan diferentes.