Lo presentó al mundo como parte de una campaña anticorrupción, pero los analistas coinciden en que se trata de un plan de Mohammed bin Salman, el heredero del trono de Arabia Saudita, para consolidarse como el hombre más influyente del reino.
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El fin de semana el comité anticorrupción que lidera llevó a cabo el arresto de 11 príncipes, cuatro ministros y docenas de exministros.
Entre ellos destacó el de Alwaleed bin Talal, un multimillonario con inversiones en Apple y Twitter, pero también el del príncipe Miteb bin Abdullah, hijo del fallecido rey Abdalá bin Abdulaziz, quien había sido considerado posible contendiente para el trono.
Con esta gigantesca purga de la élite política y empresarial saudita, Bin Salman "se deshizo de todos los obstáculos para controlar del todo uno de los principales productores de petróleo del mundo y hogar de los sitios más sagrados del islam", dice el corresponsal de la BBC para asuntos de seguridad, Frank Gardner.
Es el cuarto hijo del rey Salman —quien ascendió al trono en 2015— y por medio de un decreto éste lo nombró príncipe heredero en junio, reemplazando a su primo Mohammed bin Nayef como primero en la línea de sucesión.
La decisión sorprendió a muchos en un país que ha estado gobernado por reyes de 70 u 80 años.