Los bombazos se recuerdan con la misma puntualidad con la que se registran los nacimientos y las muertes.
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Eran exactamente las doce de la noche con dos minutos del 5 de junio de 1992 cuando Martín Roldán levantó la vista de la máquina de escribir, paseó la mirada por su habitación recubierta con afiches de conciertos punk y contempló Lima a través de la ventana abierta.
Y entonces un destello ahogó todas las farolas amarillas de la capital peruana.
Uno
Dos
Tres
Cuatro
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"Me quedé unos segundos quieto para sentir llegar la explosión", recuerda el escritor, que entonces tenía 22 años, tocaba en una furiosa banda de rock subterráneo y estudiaba periodismo sin saber si viviría para ejercerlo.
"Brrrooooooooaaaaaammmm", agregó Roldán con la cadencia de una estampida súbita y monstruosa que es como imitan las bombas quienes crecieron escuchándolas.
Si en algún lugar de América Latina la juventud parecía no tener futuro, ese era Perú durante los ochentas y principio de los noventas.
"Gente de mierda, sociedad de mierda… ¡País de mierda!", empieza "Generación cochebomba", primera novela de Martín Roldán (publicada en España y que va por la quinta edición en Perú) y que retrata los años salvajes en que Lima se desintegraba entre los ataques con vehículos explosivos del grupo maoísta Sendero Luminoso y una crisis económica igual de devastadora.