Mientras ordena revistas, libros y estantes, sigo a Javier Molea por los pasillos de la acogedora McNally Bookstore, en Nueva York.
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Generoso, conversador agudo y tenaz, amante de la ciencia ficción, desde 2004 ha trabajado en este nicho del Soho hasta convertirlo en un epicentro de la literatura en español en Estados Unidos.
Relata cómo lo consiguió y lo que más le urge hoy: cómo ocupar sus recursos como librero para hacer frente al clima de xenofobia desatado en el país.
Uruguayo de nacimiento, estudió y fue librero en Montevideo, donde se dio cuenta de que, aunque él había ido a la universidad, "los libreros, sin haber pasado por la academia, sabían mil veces más que yo, de autores, de libros, y la teoría literaria les importaba tres huevos".
"Yo venía con cierta arrogancia y ahí aprendí una ética del librero, de respeto por el lector, por todos los lectores. No tengo esa idea elitista de la literatura, de clases, de que están los profesionales o los buenos, y luego los mediocres, los artesanales".
Aterrizó en Nueva York en 2002 y trabajó de lavaplatos, sirvió café, cuidó mascotas y plantas. Una de esas plantas era de una tal Sarah McNally. Descubrieron que compartían el amor a la literatura: la familia de Sarah dirigía una cadena de librerías en Canadá, la McNally Robinson. Cuando ella decidió abrir la sucursal en Nueva York, de inmediato llamó a Molea para dirigir la sección en español.
Hoy la McNally Jackson es el lugar de paso seguro para los escritores latinoamericanos y españoles que viajan a la ciudad o que viven allí.
Molea ha formado una comunidad apasionada por la lectura y la conversación, que promueve iniciativas como la del Fondo Solidario para el Inmigrante, inaugurada este año, luego de la elección de Donald Trump.