La pequeña localidad de Toa Alta, en el centro de Puerto Rico, estuvo justo en el medio del recorrido del huracán María.
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El nivel de destrucción aquí es sorprendente. Prácticamente nada se mantiene de pie. Zapatos, platos y prendas de ropa están dispersos en el sitio donde alguna vez hubo casas.
José Nieves, de 30 años, y su familia evacuaron la zona justo antes del impacto de María en septiembre. Cuando volvieron días después, su peor pesadilla se había materializado: había perdido su casa.
"Yo la construí, poco a poco y era lo suficientemente sólida pero el huracán fue más fuerte de lo que nunca imaginé. Pensé que la casa lo iba a aguantar. Pero no, abajo se fue".
Nieves pasa la mayoría de sus días buscando agua limpia y leche para su hija de dos meses, Jocelyn.
Ocho semanas después del huracán, José y su familia están entre los millones de puertorriqueños que aún se recuperan de la tormenta y sus secuelas.