Decenas de miles de iraníes pasaron su segunda noche al aire libre después del terremoto de 7,3 que el domingo sacudió la zona fronteriza entre Irak e Irán, causando la muerte de al menos 416 personas e hiriendo a más de 7.000.
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Los afectados, muchos de ellos envueltos en mantas y soportando temperaturas cercanas a los 0ºC, pedían ayuda en medio de edificios derrumbados y automóviles enterrados en escombros.
Las autoridades tratan de conseguir y suministrar la ayuda humanitaria necesaria. "Las principales necesidades de la gente son tiendas de campaña, agua y comida", dijo el jefe de la Guardia Revolucionaria iraní.
El gobierno de Irán, que declaró este martes como día de luto nacional, describió el nivel de destrucción en algunas ciudades como "total".