La Cañada Real es una calle de algo más de 14 kilómetros de largo, pero en ella no hay un banco donde sentarse, una plaza donde reunirse a hablar con los vecinos o una farmacia.
PUBLICIDAD
Tampoco se ven tiendas, semáforos ni pasos de peatones. Ni siquiera llegan las cartas a la mayoría de las casas.
Pero cerca de 7.300 personas, según el censo oficial, viven en este asentamiento ilegal situado a media hora en auto (14 kilómetros) del centro de Madrid. Si la distancia fuera mental, en lugar de física, sería mucho mayor.
"Yo digo que vivo en Rivas", cuenta a BBC Mundo Lidia Resani, presidenta de la asociación de vecinos del sector 4, quien afirma que "es un estigma vivir en la Cañada".
Para saber dónde vive alguien en esta calle, más grande que muchos pueblos de España, hay que preguntar primero por el sector y luego por el número de parcela. Los sectores 1 y 2 se parecen a otras zonas de Madrid, con sus viviendas de ladrillo de una o dos plantas, naves industriales e incluso algunas mansiones.
Pero a medida que te adentras en el camino, superando los baches de un terreno irregular sin asfaltar, van apareciendo a ambos lados construcciones más débiles e improvisadas, incluso chabolas destartaladas.
En el paisaje se entremezcla una cierta normalidad de pueblo rural y coloridos atardeceres con situaciones de pobreza extrema e insalubridad.
El origen del estigma
"¿A la Cañada? ¿A qué has ido allí?". La reacción de sorpresa responde a una realidad, que mucha gente solo tiene una imagen del lugar: la de la marginalidad y la agresividad de la zona de venta de drogas, situada en el sector 6, a la que los medios locales suelen referirse como "el mayor supermercado de la droga de Madrid".