Hace quince años, alguien se quitó la vida arrojándose a la vía al paso del tren que manejaba Andy Botham.
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Un momento fatídico que este veterano maquinista no ha olvidado.
Botham, de 50 años y vecino de Matlock, en el condado de Derbyshire, Inglaterra, contó a la BBC cómo sobrelleva esa traumática experiencia.
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Como él, muchos conductores de convoyes ferroviarios tienen que vivir con el recuerdo de que iban a los mandos de un vehículo que alguien eligió como la forma de quitarse la vida.
Este es el testimonio de Botham:
«Puedo recordar cada segundo de lo que sucedió.
A 200 kilómetros por hora, para cuando te das cuenta de que hay algo, es imposible parar.
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Cuando ves esa persona en pie enfrente de tu tren haces todo lo que puedes para hacerle quitarse de la vía. Tocas la bocina, activas el freno de emergencia…
Pero luego te sientas a ver qué sucede y todo pasa a cámara lenta.
Esa imagen se repite en tu cabeza una y otra vez.
«Incontrolable»
Tu entrenamiento entra en escena y avisas a los responsables de la señalización, contactas con la policía. Te ocupas del incidente. Te aseguras de que el tren está a salvo, de que los pasajeros están a salvo y de que nada más va a ocurrir.
Entonces te sientas y esperas a que llegue la ayuda.
Te consultan y se hacen informes. Pasan algunas horas antes de que se gestione el incidente y te lleven a casa.
Por aquel entonces, no había todo la red de apoyo que existe ahora. Honestamente, es la peor cosa que puedes imaginarte.
La mayor parte de los maquinistas que he conocido a lo largo de los años hacen frente al incidente porque se les ha entrenado para ello.
Pero cuando ha pasado, llegas a casa y no tienes nadie a quien contarle. Nadie sabe por lo que has pasado y no puedes decirle a tu familia cómo te sientes.
Vuelta al trabajo
Ellos ni siquiera saben lo que es manejar un tren, ni mucho menos lo que es estar en esa situación descontrolada en la que va a ocurrir algo realmente, realmente malo y no puedes parar.
Vas al médico y hace que dejes de trabajar, pero al final tienes que volver al trabajo para ganarte la vida.
Vas a tener que manejar los mismos trenes por los mismos tramos de vía un día tras otro. El impacto se va borrando, pero es algo que siempre está ahí.
Yo aún manejo por las mismas vías que entonces. Todavía hay días que hay la misma luz, algún día muy parecido, y entonces todo vuelve. Lo recuerdas.
Una de las peores cosas es cuando te llaman del juzgado.
Entonces los suicidas se convierten en una persona real, con un nombre, una edad, una familia y con sus propios problemas, y tú te das cuenta de que todo terminó allí.
Me sentí tan mal como el día en que me vi envuelto en su muerte
Merece la pena intentar todo lo que esté en tu mano para evitar que alguien se quite la vida. Es mejor intentar lo que sea. Si sale mal, al menos lo intentaste».