Las primeras amenazas aparecieron en Facebook.
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Pero después llegaron por WhatssApp a los teléfonos móviles de prácticamente todos los maestros de la Montaña Baja de Guerrero, en el sur de México.
El mensaje decía que, si abrían las escuelas e impartían clases, los profesores serían asesinados y las maestras violadas.
Al principio algunos no hicieron caso. Pero después los choferes de las rutas de transporte público de la zona empezaron a ser asesinados. Dos o tres cada semana.
Y luego, el 12 de octubre, decenas de hombres con fusiles de asalto y lanzagranadas recorrieron todas las escuelas de Chilapa, el municipio más importante de la región.
Los pocos planteles que seguían abiertos se vaciaron en minutos. Las clases se suspendieron y no volvieron a reanudarse.
Para no interrumpir el ciclo escolar, los maestros asignaron tareas y guías de estudio por internet.
WhatssApp y Facebook se coinvirtieron en aulas virtuales para miles de estudiantes en Guerrero.