Primero fue la visita a China del jefe de las Fuerzas Armadas de Zimbabue, el general Constantino Chiwenga, el viernes.
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El lunes siguiente, el mismo general advirtió en una declaración que sus fuerzas estaban preparadas para intervenir si continuaban las purgas de dirigentes del partido del presidente, Robert Mugabe.
Un día después de esa rara advertencia, insistiendo en que no era un golpe de Estado, los militares anunciaron que habían tomado control del país y que el presidente Mugabe estaba "bajo arresto domiciliario".
De inmediato surgieron las especulaciones: ¿habían buscado los generales zimbabuenses la aprobación de Pekín, el principal inversor en el país africano, para su toma de poder?
Debido a su pobre historial de derechos humanos, y a la represión que Mugabe utilizó contra la disidencia, Zimbabue tiene pocos amigos en el mundo.
China es uno de ellos. Y no sólo le ha ofrecido amistad al país africano.
Desde el inicio del gobierno de Mugabe, en los 80 -tras la declaración de independencia de la que entonces era una colonia británica- Pekín le ha otorgado generosas subvenciones y préstamos, y ha invertido fuertemente en la nación africana.
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Proyectos y préstamos
Tal como explica Howard Zhang, editor de BBC China, desde 2000 Pekín ha invertido en al menos 120 proyectos en Zimbabue.
"Sus inversiones son principalmente en el área militar y de infraestructura. Zimbabue es uno de los tres principales destinos de inversiones chinas en África", cuenta Zhang.
"Y Zimbabue, junto con Tanzania, son los principales clientes de armamento chino", agrega