Te sirves una copa de vino. No es uno cualquiera, es una de esas botellas caras que vienes guardando desde hace meses para celebrar una ocasión especial.
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Te acomodas en tu silla. Y cuando alzas la copa para mirarla a la luz, antes de disponerte a saborearla, ves, flotando sobre la superficie del líquido, una mosca con las patas mirando al techo.
Una verdadera tragedia… (aunque convengamos que mucho peor habría sido si te la bebías de un trago, sin siquiera darte cuenta).
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¿O no? Depende de si la mosca en cuestión es macho o hembra.
El poder de atraer… y arruinar
Al menos eso dice un estudio de dos investigadores de la Universidad Sueca de Ciencias de la Agricultura, en Upsala.
Los científicos aseguran que nuestro olfato nos permite sentir incluso cantidades ínfimas de feromonas liberadas por las moscas de la fruta.