Cuando la religión lo permeaba todo, las grandes transformaciones se manifestaban hasta en las cosas más mundanas.
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Y cuando la Revolución Protestante le restó poder a la Iglesia católica, la cerveza era mucho más que una bebida placentera.
En el siglo XVI, tomar agua era un riesgo, pero como la cerveza incorporaba hierbas y especias, era la opción saludable.
Además, sus otros ingredientes eran nutritivos, así que suplía las calorías que los más pobres necesitaban.
Por ello era bebida por todos y a todas horas del día en varias regiones de Europa.
Y quien dominaba la producción de cerveza era la Iglesia católica.