Mientras subo las estrechas escaleras de la torre de la iglesia gótica de Nördlingen, Alemania, los viejos escalones de piedra parecen brillar bajo el sol, haciendo que inesperados rayos de luz alumbren el que debería ser un ascenso oscuro y gris.
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"Eso es porque toda la torre está hecha con piedra suevita, y dentro de ella hay pequeños diamantes", me dice entusiasmado el guardián de la torre, Horst Lenner.
"Por suerte son muy, muy pequeños, sino creo que la torre habría sido derribada hace mucho tiempo", bromea, mientras una amplia sonrisa se forma en su rostro.
Lenner habla en broma, pero dice la verdad: durante la construcción del pueblo -que ya aparece mencionado en registros que datan del siglo IX- sus pobladores no se dieron cuenta que las piedras empleadas en sus edificaciones tenían incrustados millones de pequeños diamantes, con una concentración sin igual.
Desde lo alto de la torre este pequeño pueblo bávaro es una postal de tranquilidad.
Pero fue un evento violento y de otro planeta -el impacto de un asteroide, hace 15 millones de años- el responsable de la extraña realidad de Nördlingen.
Viajando a una velocidad estimada de 25 km por segundo, el asteroide de 1 km de ancho golpeó el suelo con una fuerza tal que creó el cráter de 26km de diámetro donde hoy está ubicado el poblado.
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Pero también sometió al lecho rocoso a tanto calor y tanta presión que las burbujas de carbón que contenía en su interior terminaron convirtiéndose en pequeños diamantes, todos de menos de 0,2 mm, casi invisibles al ojo humano.
Como no sabían que la piedra, llamada suevita, estaba salpicada de diamantes, los edificios locales fueron construidos casi completamente con ella, haciendo de Nördlingen un pueblo sin igual en todo el planeta.
"Todo lo que está dentro de los muros de la ciudad está hecho con roca que fue impactada por el asteroide", confirma Roswitha Feil, una residente.
Pero más raro aún tal vez sea que fue hasta hace relativamente poco que los habitantes de Nördlingen se enteraron del origen del cráter donde se levanta el poblado.
Un cráter de otro mundo
Como nunca le habían puesto particular atención al resplandor proveniente de sus casas, estaban convencidos que su ciudad había sido construida en el cráter deun volcán extinto, hasta que los geólogos estadounidenses Eugense Shoemaker y Edward Chao visitaron el pueblo en la década de 1960.
Después de estudiar el paisaje a la distancia, los científicos habían notado que el cráter no cumplía con los criterios propios de un volcán, por lo que viajaron al pueblo para probar su hipótesis: que el mismo se había formado de arriba hacia abajo.
Y no necesitaron mucho para comprobarlo, pues al explorar el muro de la iglesia de Nördlingen inmediatamente descubrieron la acumulación de las piedras preciosas.