La respuesta es cruda y sin miramientos: para el protocolo de la realeza británica, la estrella de Hollywood carece de "sangre real".
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Esa es la razón por la que no se puede llamar princesa Meghan.
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En términos prácticos, la regla se traduce en que Megham Markle se verá obligada a seguir el ejemplo de su futura cuñada.
Cuando Catherine Middleton y el príncipe William fueron pronunciados "esposa y esposo", en 2011, ella se convirtió automáticamente en su alteza real princesa William de Gales.