Nicole pasó años viviendo con un hombre encantador, pero parecía que ella siempre estaba haciendo algo mal. Eventualmente comenzó a darse cuenta de que ella no era el problema, era él, y cuando conoció a una de sus amigas anteriores, Elizabeth, entendió. Aquí Nicole cuenta su historia*.
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Otras personas parecen poder hacerlo: compartir una vida con alguien, agradable y pacífica. Pero a mí la idea de una relación todavía me aterra. Muchos años después, aún me entra el pánico ante la mención del nombre de mi exnovio, ese hombre encantador que al que adoré y le temí en igual medida.
Un hombre encantador, hermoso y exitoso me había hecho suya. Él era todo lo que había soñado. Era exitoso, su carisma era magnético y yo estaba en trance.
Cuando estaba con él, las puertas se abrían y las mejores mesas en los restaurantes de repente estaban disponibles. Viajamos por todo el mundo por su trabajo, alojándonos en los mejores hoteles y comiendo en los mejores restaurantes. Y él parecía tener la capacidad de encantar en cualquier idioma.
Pero le fallé.
Lo arruiné todo: cenas, conversaciones, veladas, vacaciones -a veces por mencionar el nombre de un ex, sacar mi bolso frente a sus amigos o querer llevar mi propio pasaporte y dinero cuando estábamos en el extranjero-.
Pasaba días furioso. Mi comportamiento inapropiado lo había avergonzado, no sabía si podría seguir estando con alguien como yo, él, que podría estar con alguien mucho mejor.