El silencio volvió a apoderarse en la noche del domingo de la capital de Honduras.
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Si bien es cierto que ver pocas personas caminando por Tegucigalpa en el último día de la semana es muy habitual -y casi ninguna después de oscurecer, por motivos de seguridad- no lo es tanto ver sus carreteras desiertas.
El motivo de esta situación atípica es el toque de queda vigente por el que se prohíbe, hasta el domingo 10, la presencia de personas en las calles en horas de la noche, de seis de la tarde a seis de la mañana.
La medida fue aprobada el pasado viernes para "mantener el orden y la gobernabilidad", según el decreto ejecutivo, tras las acciones violentas que se registraron en los últimos días por la demora en el anuncio de los resultados definitivos de las elecciones presidenciales celebradas hace ya una semana.
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Tras fallos en el sistema de transmisión de datos y un vuelco de los resultados publicados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) a favor del actual presidente, Juan Orlando Hernández, el candidato de la Alianza de la Oposición contra la Dictadura, Salvador Nasralla, llamó a sus seguidores a manifestarse contra lo que considera un fraude electoral.
A lo largo de la semana, algunas de las protestas se tornaron violentas y se produjeron enfrentamientos -hubo varios muertos y decenas de heridos, más de 500 detenidos y saqueos a comercios-, por lo que el ejecutivo hondureño decidió declarar un toque de queda que hace recordar a la población catracha una situación que ya vivió en el golpe de Estado de 2009 contra el presidente Manuel Zelaya.