Todos hemos escuchado sobre los sonámbulos que se levantan y caminan dormidos, pero hay un trastorno del sueño menos común que afecta a los hombres que tratan de tener sexo mientras duermen: la sexsomnia.
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Son casos raros pero, en ocasiones, pueden poner al que los padece en serios aprietos, como el caso de Tom y Sarah, que exploró la BBC.
Cuando Sarah conoció a Tom en casa de unos amigos, inmediatamente se cayeron bien. El era cálido, conversador, con un sutil sentido del humor que le recordaba a su hermano.
En las semanas siguientes, empezaron a salir y a pasar más rato juntos. Algunas veces Sarah se quedaba la noche en el apartamento de Tom. En otras ocasiones, él se quedaba donde ella.
Cuando ya se estaban conociendo mejor, una noche sucedió un incidente en la cama que dejó a Sarah incómoda. Tom empezó a tocar sus senos y luego a empujar contra su ingle de una manera cruda y poco sensual.
Estaban a comienzos de su relación y decidió no decir nada al respecto.
"Pensé que tal vez estaba siendo un poco brusco, así que le hice caso omiso".
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Gradualmente, siguieron estrechando sus lazos y se fueron asentando en una rutina de salidas a restaurantes, cine y largas caminatas. Gozaban de su mutua compañía y Sarah dejó a un lado su preocupación sobre aquel extraño episodio nocturno.
Pero, una noche, después de haber estado en una fiesta donde ambos habían bebido, Sarah se despertó y encontró a Tom intentando penetrarla a través de su ropa interior.
Fue doloroso y perturbador. Al día siguiente, ella le dijo que no lo soportaba más y que quería terminar la relación.
La respuesta de Tom la sorprendió: "No tenía idea de lo que estaba diciendo y se puso a la defensiva".
"Yo estaba muy enfadada de que me hubiese despertado así y que él no tuviera la más remota idea de lo sucedido", dice Sarah.
Tom insistió en que no recordaba haber intentado tener sexo con Sarah esa noche. Quedó devastado por el relato de lo que había hecho y por la idea de que le había causado daño.
Sarah no sabía cómo reaccionar. El brusco intento de Tom de tener sexo con ella esa noche era completamente contrario a como era normalmente: amable, íntimo y sensual.
Antecedente
Sin embargo recordó que, cuando se acababan de conocer, Tom le contó que hacía años, el había sido condenado por violar a su expareja, Karen, y sentenciado a siete años de cárcel.
Sucedió cuando la estaba visitando para pasar un tiempo con el pequeño hijo que tenían.
Él y Karen habían bebido un trago, visto una película y, luego, durmieron juntos en la misma cama.
Tom cayó dormido casi inmediatamente pero, 45 minutos después, Karen lo despertó gritándole: "¿Qué estás haciendo? Este no eres tú. Esto no lo haces tú?"
Confundido, desorientado y estremecido por su gritería, recogió sus pertenencias y salió del apartamento.
Entre el momento en que se dejó llevar por el sueño y los gritos de Karen, Tom dijo que no se acordaba de nada.
Sarah se preguntó si el comportamiento de Tom, tan contrario a su personalidad, podría estar relacionado con el más reciente intento suyo de forzarla sexualmente.
Se puso a pensar en retrospectiva de otras cosas raras que Tom hacía cuando dormía, como la primera vez que él se quedó en casa de ella. "Se levantó durante la noche, se puso sus pantalones y me dijo que se iba. Sin camisa. Al día siguiente no se acordó de nada", contó ella.
El diagnóstico
Sarah instó a Tom a que viera a un médico. Fue referido a una clínica del sueño en el hospital Guy´s and St Thomas en Londres, donde pasó una noche con cables conectados a la cabeza para monitorear su actividad cerebral.