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La mujer a cuya familia un hospital indemnizó con US$60.000 por haberla obligado a vivir

En 2012 Brenda Grant sufrió un catastrófico derrame cerebral que la dejó incapaz de caminar, hablar o tragar alimentos. Ella se había preparado legalmente para semejante posibilidad, pero su voluntad se quedó perdida en el hospital en medio de un mar de papeles médicos.

Brenda Grant tenía clarísimo lo que quería o más bien lo que no quería.

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Tras perder paulatinamente a su madre por la demencia, Brenda temía más a la degradación y a la pérdida de dignidad que a la propia muerte.

Y por eso decidió hacer un testamento vital: se trata de un documento legal con instrucciones médicas por anticipado en el que se documentan los deseos del paciente ante un potencial tratamiento médico al final de su vida, en caso de que no pueda hablar por sí mismo.

El deseo de Brenda, de Inglaterra, era que no la mantuvieran artificialmente con vida.

El testamento decía que si ya no tenía lucidez mental o si sufría alguna de una lista de enfermedades, no quería recibir tratamientos que le prolongaran la vida.

También decía que no quería que la alimentaran pero que si tenía síntomas de dolor sí le dieran analgésicos para quitárselos, aún cuando la administración de esos analgésicos le acortara la vida.

Pero a los 81 años, después de haber sufrido un derrame cerebral, los médicos la alimentaron artificialmente durante casi dos años.

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22 meses de agonía

En octubre de 2012 Grant sufrió un catastrófico derrame que la dejó incapaz de caminar, hablar o tragar alimentos.

Después de pasar tres meses ingresada en el hospital George Eliot de Inglaterra los médicos le hicieron una gastrostomía endoscópica percutánea en el estómago para poder ser alimentada directamente.

Después la enviaron a una residencia para ancianos.

El hospital había recibido el testamento vital de Grant, pero se había quedado oculto en el medio de una gran pila de papeles médicos, según su hija, Tracy Barker.

Ya en la residencia, Grant se volvió inquieta y trató de quitarse los tubos del brazo, lo cual hizo que el personal le cubriera las manos con manoplas.

"Tenía miedo de que la mantuvieran con vida porque tenía miedo de que la pusieran en una residencia", le dijo Tracy Barker a la BBC.

"Ella nunca quiso ser una carga para nadie, así que no habría querido que ninguno de nosotros la tuviéramos que cuidar".

Sus hijos no sabían nada del testamento

Brenda Grant no le había dicho nada a sus hijos sobre su testamento vital.

Fue su médico de familia el que los alertó sobre la existencia del documento después de que Grant volviera a ser ingresada en el hospital.

Durante una reunión son los médicos del hospital, el doctor argumentó junto a los miembros de su familia que su voluntad expresada en momentos de lucidez debería ser respetada, contó Barker.

Finalmente, le quitaron los tubos de alimentación y murió pocos días después, el 4 de agosto de 2014.

La hija de Brenda Grant dijo que quería evitar que otras personas pasaran por lo mismo que pasó su madre.

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