Como si se tratara del perdón navideño que se le da a los condenados al pie del patíbulo, el presidente Pedro Pablo Kuczynski se salvó de ser destituido por el Congreso de Perú.
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Kuczynski conservó la presidencia cuando su vacancia parecía inminente.
Se necesitaban 87 votos para la destitución, en un parlamento que tiene 130 miembros y de ellos, apenas 18 del partido del presidente.
Sin embargo, a último minuto, un grupo parlamentario de izquierda, crítico al gobierno, decidió dejar el Congreso sin votar.
Más sorprendente aún. La monolítica posición del fujimorismo, la principal bancada opositora, se quebró.