Las ventas de aceite de coco en algunas partes están por los aires, impulsadas por recomendaciones de famosos y afirmaciones de que si lo bebes lo cura todo, desde el mal aliento hasta los trastornos digestivos.
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Se dice que la actriz Angelina Jolie se toma una cucharada con el desayuno casi todas las mañanas, mientras que la modelo Miranda Kerr dice que no solo lo añade a ensaladas y batidos sino que también lo usa para cocinar y se lo pone en la piel.
Pero todas estas afirmaciones en torno a los beneficios para la salud del aceite de coco son recibidas con mucho escepticismo por la comunidad científica, que lo considera una grasa no saludable.
De hecho, tiene un contenido en grasas saturadas muy elevado (86%), más que la mantequilla (51%) o la manteca (39%).
Doble efecto
Los motivos por los que los alimentos ricos en grasas saturadas se consideran no saludables es porque ingerirlos causa un aumento de los niveles de lipoproteína de baja densidad (LDL, por su sigla en inglés), en la sangre, lo que popularmente se conoce como el "colesterol malo", asociado al bloqueo de las arterias y a un mayor riesgo de enfermedades del corazón.
Pero por otro lado, las grasas saturadas también tienden a aumentar el "colesterol bueno", causado por la presencia de la lipoproteína de alta densidad (HDL, por su sigla en inglés), que tiene un efecto contrario: evitan el bloqueo de las arterias porque ayudan a eliminar el colesterol malo, transportándolo al hígado para su excreción.
Técnicamente es posible que un alimento particular pueda aumentar los niveles generales de colesterol y no perjudique al corazón.
¿Será el aceite de coco un superalimento contra el colesterol, como algunos dicen, o solo una peligrosa moda pasajera?