Afrín no es una ciudad más en la frontera entre Siria y Turquía.
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A diferencia de otros escenarios del conflicto bélico que desangra a esa región, lo que allí sucede puede ser crucial para el futuro de la coalición internacional liderada por Estados Unidos que lucha contra el autodenominado Estado Islámico.
La realidad es que los gobiernos de Ankara y Washington, ambos aliados en el combate al grupo yihadista, tienen intereses contrapuestos en la zona.
Tanto Afrín como la ciudad cercana de Manbij están controladas por milicias kurdas: las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo).
Turquía, siempre alerta ante el separatismo kurdo, sostiene que esta organización es un "grupo terrorista". Pero Estados Unidos la respalda por considerarla un actor clave en la recuperación de zonas sirias que estaban en poder de Estado Islámico.