Hay provocadoras marisquerías, excéntricos cantantes y fastuosos pasajes peatonales. Pero una de las cosas que más llama la atención al extranjero del centro de Santiago de Chile se bebe a diario y es servido en minifalda.
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Son los café con piernas. A saber, cafés atendidos por mujeres en escotados y ceñidos vestidos que están un escalón por encima del cliente, como en tarima. Toda una institución enraizada en la cultura urbana del Santiago de los últimos 30 años.
En los café con piernas, que están casi en cada cuadra del centro de la capital chilena, las mujeres atienden detrás de una delgada barra de acero, no hay sillas, abren en horario de oficina, las paredes son de espejo y los pisos y techos, de mármol.
La clientela es variopinta: empieza por oficinistas, pasa por parejas y mujeres solas o en grupo y termina en turistas que pasan a tomarse un café movidos por la curiosidad.