La gran historia de los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur, que terminaron este domingo, fue la participación de Corea del Norte y el tono amistoso empleado por los dos países. Ahora, la pregunta que surge es: ¿será el legado de las Olimpiadas una mejora permanente de las relaciones?
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En la inauguración de las Olimpiadas de PyeongChang, los atletas de Corea del Norte y Corea del Sur desfilaron juntos bajo una sola bandera de "Corea unificada". Fue un momento de gran simbolismo.
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Después asistimos a la participación de deportistas de ambos países en un único equipo femenino de hockey sobre hielo, mientras Kim Yo-jong, la hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, y las animadoras norcoreanas cautivaban a las audiencias de todo el mundo en la llamada ofensiva del "encanto".
Finalmente, en la clausura en PyeongChang participó una delegación de alto nivel encabezada por el exjefe de espionaje norcoreano Kim Yong-chol, uno de los máximos jefes militares de Corea del Norte, considerado como alguien muy próximo al círculo familiar del mandatario Kim Jong-un.
Pero, ¿puede esta aparente reconciliación olímpica ser duradera?