"El día de su quinto cumpleaños a mi hijo le dieron de regalo veneno, en vez de un medicamento".
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Aminta Quintero se refiere a lo que le pasó a su hijo en 2006, pero bien podría hablar de ella misma.
Ambos acudieron al médico por un resfriado fuerte y éste les prescribió un expectorante sin azúcar, la última novedad de la Caja del Seguro Social de Panamá para ese tipo de padecimientos leves.
Era el que se conocería después como el "jarabe de la muerte", que causó un envenenamiento masivo, el mayor escándalo sanitario de la historia del país centroamericano.
Se saldó con unos 400 muertos según cifras oficiales, el doble de acuerdo al comité de víctimas, y miles de afectados, entre ellos 250 menores.
El brebaje debía contener glicerina, pero en lugar de ello estaba hecho a base de dietilenglicol, un refrigerante industrial altamente tóxico.