Hubo un tiempo en el que los estudiantes abarrotaban los pasillos de la Escuela de Petróleo de la Universidad Pública del Zulia, el estado petrolero por excelencia de Venezuela. Ahora, sin embargo, se escuchan hasta los susurros.
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La deserción de estudiantes de la especialidad es una señal más del declive de la principal industria de un país en crisis.
Cuatro estudiantes, todos en sus veintitantos años, juegan dominó sobre una mesa de madera en el segundo nivel de la Escuela de Petróleo de la Universidad Pública del Zulia, en Maracaibo, una de las más prestigiosas del país y la más notable del occidente de Venezuela.
Matan el tiempo este mediodía de vientos frescos hasta que toque la hora de su clase.
Solo en dos aulas y un laboratorio hay actividades. Los pasillos, de paredes rasgadas, cuadros de vieja data y pinturas desgastadas, están desiertos. Están desolados por el aumento silente de la deserción de estudiantes.
En la Escuela germina la dicotomía: conviven la esperanza de centenares de graduarse de ingenieros de Petróleo y la desconfianza en una industria petrolera nacional que fue referencia mundial hace apenas dos décadas.
"Culminar y migrar. Ese es el sueño", admite, encogido en hombros, Leandro Ocando, estudiante del décimo y último semestre de la carrera de Ingeniería de Petróleo, a sus 23 años.