"Mujer, negra, de Maré (complejo de favelas en Río de Janeiro) y defensora de los Derechos Humanos". Así se definía en sus redes sociales Marielle Franco, la concejala brasileña asesinada la semana pasada a los 38 años, destacando en primer lugar su color y género, su origen y la misión que eligió en la vida.
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Franco era conocida por sus duras críticas a la gestión del gobierno brasileño contra la violencia, en concreto contra la intervención del Ejército en la seguridad de Río de Janeiro, y por su defensa de las mujeres.
Fue un evento traumático el que contribuyó a definir la trayectoria profesional de Franco: cuando hacía un curso de acceso a la universidad en un centro comunitario en Maré, una de sus amigas murió por una bala perdida durante un tiroteo entre policías y traficantes.
Eso provocó que se involucrase en la militancia por los derechos humanos.
Ahora, su asesinato despertó una ola de movilización social en Brasil. Franco, concejala del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL), volvía de un acto político el miércoles pasado en Río cuando un automóvil se puso al lado del suyo y desde el interior dispararon hasta nueve veces.
La activista y el conductor fallecieron, mientras que su asesora resultó herida leve. Franco fue alcanzada por al menos cuatro tiros en la cabeza.