¿Qué es lo que explica la asociación entre los símbolos del huevo y del conejo con la celebración de la Pascua, la creencia en la resurrección de Jesús?
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El tema no está exento de controversia, y hay varias teorías que circulan entre los religiosos.
Una de esas versiones, diseminada a lo largo de los siglos, es la de que María Magdalena fue antes del amanecer del domingo al sepulcro de Jesús, crucificado el viernes, llevando consigo material para ungir su cuerpo. Al llegar, se encontró con la sepultura entreabierta.
Un conejo, que quedó atrapado en la tumba, sería el primer ser vivo testigo de la resurrección de Jesús. Por esa razón, se ganó el privilegio de anunciar la buena nueva a los niños del mundo en la mañana de la Pascua. Es él, por lo tanto, el portador del huevo de chocolate.
El huevo, por su parte, es un símbolo de vida y renacimiento.
Pueblos de la antigüedad, como los romanos, propagaban la idea de que el Universo tenía forma oval. En la Edad Media se creía que el mundo había surgido dentro de la cáscara de un huevo.
Más tarde se estableció la costumbre de obsequiarse unos a otros huevos de gallina. Algunos historiadores especulan que esa tradición habría surgido entre los persas, pero otros atribuyen su origen a los chinos.