Estaba logrando el maratón de sus sueños, manteniendo un ritmo demoledor para sus rivales, con paso firme hacia el triunfo más importante de su carrera.
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Por eso que nadie podía presagiar lo que ocurrió a tan sólo dos kilómetros del final, cuando el escocés Callum Hawkins comenzó a mostrar que algo no estaba bien con su cuerpo.
Seguía corriendo, pero sus zancadas ya no podían mantenerse en línea recta, dando claros síntomas de agotamiento.