Durante casi sesenta años, muchos cubanos de Miami soñaron con el día en que los Castro cedieran las riendas del gobierno en Cuba.
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Ese día es este 19 de abril y, sin embargo, ahora a pocos parece importarles.
En esta soleada jornada de abril, apenas hay indicios de que en la isla en la que nacieron cientos de miles de los residentes de esta metrópoli latina y global se avecina un cambio histórico con la salida de Raúl Castro de la presidencia y su reemplazo por su hasta ahora vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel.
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"Cuando murió Fidel, la gente se echó a las calles, a beber y celebrar. Los carros tocaban las cornetas y había bullicio en todas partes. Hoy no hay nada de eso", cuenta Reglis Loforte, un treintañero que dejó en su Guantánamo natal a dos hijas pequeñas para ganarse la vida aquí como conductor de Uber y empleado en una empresa de fontanería.
Si muchos ansían la caída del comunismo en la isla, su sueño es el permiso de las autoridades de inmigración estadounidenses para traer a sus niñas.