Por primera vez, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, admitió haber estado involucrado en el pago de cientos de miles de dólares a una actriz porno que dice haber tenido un encuentro sexual con él.
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Y lo hizo de una manera que es inevitable que surgiera una pregunta fundamental.
Su afirmación de que no tenía conocimiento de ningún pago para garantizar la discreción de la actriz Stephany Clifford, conocida como Stormy Daniels, parece "no ser más operativa", tomando prestada una frase del secretario de prensa del gobierno de Nixon Ron Ziegler.
El nuevo alegato del mandatario y de su equipo de abogados es que reembolsó a su abogado personal, Michael Cohen, por el pago de US$130.000 a Daniels para detenerla de hacer "acusaciones falsas y extorsionistas", sobre una relación sexual.
Si esta es la montaña que Trump y su equipo legal quieren escalar, hay una gran pregunta que aparece en el camino. Y sin importar la respuesta, los problemas del republicano están lejos de acabarse.
Esa pregunta es…
… si Daniels está mintiendo, ¿por qué pagar US$130.000 para silenciarla?
Hay tres posibles respuestas.