Si hay una escena que muestra por qué Perú está de vuelta en un Mundial de fútbol después de 36 años fue la que se vivió en los segundos siguientes al gol que certificó su clasificación a Rusia 2018.
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En ella hubo una mezcla perfecta de pasión y razón.
Primero con la explosión de júbilo que se vivió cuando el defensor Christian Ramos reventó la red de la portería de Nueva Zelanda con un disparo que retumbó en cada rincón del país.
Y segundo con el obsesionado orden táctico que el seleccionador argentino Ricardo Gareca exigió en ese momento a sus dirigidos pese a la clara ventaja en el marcador.