Descrita inicialmente como la novela "imposible de filmar", no tardó mucho en convertirse en uno de los proyectos cinematográficos "más malditos" y, finalmente, en un famoso ejemplo del "infierno de producción" en que puede encontrarse atrapada una película.
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Después de 20 años y ocho intentos, enfrentando desastres naturales, cambio de protagonistas, problemas de financiación y demandas legales, el proyecto del cineasta británico estadounidense Terry Gilliam, "El hombre que mató a Don Quijote" por fin se realizó.
Basada libremente en la novela de Miguel de Cervantes, la película cerrará el Festival de Cine de Cannes, en Francia, este 19 de mayo. Pero inclusive ese evento estuvo hasta hace poco en entredicho.
De sueño a pesadilla
Gilliam, reconocido como el genio gráfico del grupo cómico británico Monty Python -quien luego realizó filmes con tonos surrealistas como "Bandidos del tiempo", "Brasil", "12 monos" y "El imaginario mundo del Doctor Parnassus"- no es ningún extraño a los conflictos de la industria cinematográfica y de nadar contra la corriente.
Pero su "quijotesco" sueño de adaptar el épico clásico de la literatura española no pudo haberse convertido en una pesadilla más grande.