Los libros la definen como una valiente e inteligente guerrera que llegó a ser una de las figuras clave en la resistencia de África frente al colonialismo en el siglo XVII.
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Pero también hay quien la describe como una mujer cruel y capaz de acabar con la vida de su hermano con tal de hacerse con el poder.
O incluso de asesinar a los hombres de su harén tras obtener de ellos el placer sexual que buscaba.
Las hazañas y leyendas que rodean la vida de la reina Njinga (también conocida como Ginga o Nzinga) de Angola son tan fascinantes como desconocidas para muchos, especialmente fuera del continente africano.
Arcaica o asombrosamente moderna para su época. Un modelo a seguir para generaciones de mujeres o todo lo contrario. Su apasionante vida genera, en algunos puntos, opiniones enfrentadas.
Pero hay en algo en lo que los historiadores coinciden: en destacarla como una de las mujeres africanas más célebres por su ferviente lucha durante cuatro décadas contra la ocupación europea y la esclavitud de su pueblo.
Reina o ‘Ngola’
Njinga Mbandi fue líder del pueblo mbundu y reina de Ndongo y Matamba, en el sudoeste de África.
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Su título real en kimbundu, la lengua local, era ‘Ngola’. Y este término fue precisamente el que utilizaron los portugueses para llamar a esta región tal y como la conocemos hoy: Angola.
Esta nueva denominación llegó en 1575, cuando los soldados de Portugal invadieron Ndongo en busca de oro o plata.
Al no encontrar las minas que buscaban, decidieron cambiar de estrategia y comenzar a comerciar con esclavos para garantizar mano de obra en Brasil, su nueva colonia.
Njinga, que nació ocho años después de esta invasión, vivió desde su infancia la resistencia frente a los portugueses junto a su padre, el rey Mbandi Ngola Kiluanji, con quien llegó a luchar contra los conquistadores.