Algunos parecen gigantes dormidos, aunque de vez en cuando despiertan y ponen en alerta a las poblaciones locales.
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En América Latina hay decenas de volcanes activos, pero algunos de ellos son especialmente peligrosos, bien por su constante actividad o por su potencial destructivo en caso de una erupción mayor.
La reciente erupción del Volcán del Fuego, en Guatemala, es un ejemplo de ello. Al menos 25 personas murieron y decenas resultaron heridas. En total son 1,7 millones las personas afectadas.
El de Monte Vesubio, en Italia; el de Eyjafjallajökull, en Islandia, el de Sakurajima, en Japón, y el monte Merapi, en Indonesia, están considerados entre los volcanes más peligrosos del mundo.
En Hawái, el volcán Kilauea, otro de los más activos a nivel global, entró en erupción el pasado mes de mayo, dejando ríos de lava en Big Island -la mayor isla del estado- y miles de personas evacuadas.
En la lista de volcanes potencialmente peligrosos hay también algunos latinoamericanos. Estos son algunos de ellos:
1. El Popocatépetl, México
Con sus 5.452 metros de altura, es uno de los dos volcanes más activos, y por tanto más monitoreados, de México.
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También conocido como "Popo" o "Don Goyo" está situado entre los estados de Puebla, Estado de México y Morelos, unos 70 km al sureste de la Ciudad de México, y una erupción mayor podría afectar unos 25 millones de personas.
Desde 1994 empezó una fase de actividad con emisiones de lava y explosiones de ceniza.
En 2016 una nube de ceniza de 3 km de altura puso en alerta al estado de Puebla.
2. El volcán de Colima, México
Es considerado el volcán más activo de México, y en los últimos años ha expulsado humo y material incandescente en varias ocasiones.
Con 3.280 metros de altura, se ubica en los límites de los estados de Jalisco y Colima.
En 2015 y 2016 su actividad, con una intensa nube de cenizas, obligó a evacuar a comunidades vecinas.
3. El volcán Turrialba, Costa Rica
El volcán Turrialba está ubicado en el centro del país, a unos 60 kilómetros de San José.
En septiembre de 2016 tuvo la erupción más grande de las últimas décadas, esparciendo una nube de ceniza por las localidades aledañas.
Desde ese momento ha presentado numerosas expulsiones de cenizas, gases y material incandescente.