"Detendremos las maniobras militares y nos ahorraremos una cantidad de dinero tremenda, a menos que veamos que las negociaciones no van como deben".
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Con estas palabras, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la que para muchos fue la mayor concesión de Washington a Corea del Norte tras la histórica reunión con el líder de este país, Kim Jog-Un.
Pero esta decisión fue recibida con sorpresa por Corea del Sur y Japón, dos de los principales aliados de EE.UU. en la región.
Aunque inicialmente la presidencia de Corea del Sur mostró su desconcierto, horas después Seúl admitió que la suspensión de las maniobras puede ser una medida necesaria para acelerar las negociaciones sobre la desnuclearización de la península coreana.
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Japón, en cambio, expresó más cautela.
"Las maniobras entre Corea del Sur, Estados Unidos y el grueso de las tropas estadounidenses en territorio surcoreano juegan un papel muy importante en la seguridad de Asia Oriental. Quiero transmitir esta idea a Washington y también a Seúl", aseguró el ministro de Defensa de Japón, Itsunori Onodera, en declaraciones a medios locales.