Cobran un salario a fin de mes, pero a veces ni siquiera se presentan en la oficina.
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Por eso se les llama "empleados fantasma", un tipo de trabajador que abunda en el sector público de países del Golfo Pérsico, especialmente en naciones como Arabia Saudita, Kuwait, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos.
Históricamente las monarquías petroleras han establecido una especie de contrato social, bajo el cual ofrecen a los ciudadanos trabajos en el Estado y beneficios sociales, a cambio de que se mantenga la estabilidad política.
El gobierno suele ser el principal empleador del país, pese a que los contratados no tienen demasiadas cosas que hacer. Y en ocasiones, nada que hacer.
En la medida que los ingresos derivados del crudo han disminuido y las proyecciones apuntan a un declive de la demanda de combustibles fósiles, estos países tienen planes para reducir el gasto fiscal.
Y eso implica que están tratando de reducir los ejércitos de trabajadores fantasma cuyos sueldos han sido financiados con las multimillonarias rentas del petróleo.
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En el caso de Kuwait, el gobierno les exigió a los funcionarios que pusieran sus dedos en un lector biométrico cada mañana, para comprobar que efectivamente van a trabajar.