Irán volvió a sacar su mejor arma contra Estados Unidos.
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No fue su polémico programa nuclear ni su conocida Guardia Revolucionaria ni la cuestionada Fuerza de Resistencia Basij.
Esta vez fue un angosto paso de mar cerca de sus costas que constituye uno de las rutas más cruciales del comercio mundial: el estrecho de Ormuz, el reducido espacio que conecta el Golfo Pérsico con el Océano Índico, y por donde pasa cada día más del 30% de la producción mundial de petróleo.
A inicios de este mes, tras el anuncio de nuevas sanciones de Washington contra Teherán, el presidente iraní, Hassan Rohani, sugirió que su país podría cerrar el comercio por esa vía, un frecuente punto de conflicto que ya había tensado las relaciones con Estados Unidos en años anteriores.
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La pasada semana, Rohani repitió la amenaza, que fue validada por el líder espiritual del país, el ayatolá Alí Jamenei.
"Señor Trump, somos el pueblo digno que ha garantizado la seguridad del canal de salida de la región a lo largo de la historia. No juegues con la cola del león; lo lamentarás", dijo, según reseñó la web oficial de su presidencia.
Fue solo el inicio.
El cruce entre los dos países, que se intensificó tras la salida de Estados Unidos del Acuerdo Nuclear con Irán en mayo, llegó a uno de sus clímax este fin de semana, cuando Rohani afirmó que un conflicto armado contra su país sería "la madre de todas las guerras".