Desde que entré en la adultez, ha sido imposible evitar escuchar sobre la importancia de tener un suelo pélvico fuerte. Probablemente me he topado con decenas de artículos del tema.
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Mi médico y parteras recomiendan hacer ejercicios de Kegel ,que consisten en contraer y relajar los músculos del suelo pélvico repetidamente. Algunas amigas me advierten que es mejor hacerlos durante el embarazo; otras amigas me cuentan que evitan saltar en sus clases en el gimnasio para no mojarse los pantalones.
El mensaje es claro: un suelo pélvico sano merece un lugar en mi lista de cosas sobre las que preocuparme.
No hay duda de que este sistema de músculos, ligamentos, nervios y tejidos interconectados es muy importante. Sostiene la vejiga, el útero, la vagina y el recto y ayuda a que funcionen bien.
Millones de mujeres alrededor del mundo tienen problemas en el suelo pélvico como incontinencia o prolapso, cuando los órganos de la pelvis se caen y crean un bulto dentro o fuera de la vagina.
Los hombres también tienen suelo pélvico, pero es menos común que experimenten problemas porque la versión masculina no sufre el estrés del parto.
Pero, pese a su relevancia, los expertos no han entendido completamente cómo funciona el suelo pélvico.