Si alguien sabe cómo lograr una victoria estando al borde del precipicio de la derrota esa persona es Serena Williams.
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Lo ha hecho una y otra vez en su carrera, salvando juegos que tenía prácticamente perdidos, con bolas de partido en contra y rivales preparadas para dar la estocada final.
Ocurrió contra la belga Kim Clijsters en 2003 en las semifinales del Abierto de Australia, repitió en el mismo escenario en 2005, en Wimbledon en 2009 y en el Abierto de China en 2014.
Fue en situaciones de presión extrema cuando Williams marcó la diferencia y en lugar de aceptar el esperado desenlace lo que hizo fue agudizar su concentración.