Por lo general, antes de hacer una prueba peligrosa, hablo con mi mamá. Somos muy cercanos. Obviamente, ella se preocupa por mí, pero sabe lidiar con ello. Y yo lo valoro mucho.
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Fue mientras estaba pasando el tiempo en un parque de patinaje cuando me interesé por primera vez en el parkour, (un deporte urbano que consiste en saltar y desplazarse entre estructuras urbanas, también conocido como freerunning)
En ese momento yo estaba muy entusiasmado con mi patineta, y así fue como, a los 13 años, conocí a mi mejor amigo, Nye Newman.
Nye se destacaba entre los chicos del parque. Él era, sencillamente, diferente.
Nos gustaba la misma música, pasar el tiempo juntos y estábamos en la misma onda.
Muy pronto nos cansamos de la patineta y nos interesamos por el parkour. La pasábamos bien, saltando y haciendo pruebas.
Nos gustaba por los riesgos que implicaba, teníamos muchos desafíos.
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La sensación que tienes cuando logras un salto perfecto es indescriptible.
Es un deporte que parece atraer a gente rara e inusual. Les gusta a muchos chicos que se sienten extraños en la escuela. Creo que es porque allí, la mayoría hace amigos a partir de cosas como el fútbol.
Pero si a ti no te interesa o si no eres lo que se considera normal, terminas siendo víctima del matoneo o te hacen a un lado. Eso fue lo que me pasó a mí.
Me molestaban todo el tiempo por ser diferente.
Para nosotros el grupo de parkour era una comunidad donde podíamos confiar el uno en el otro y sentirnos liberados.
Salto a la fama
Nye fue como un ángel que me salvó. Yo siempre me sentía desilusionado con la gente, pero él estaba cuando yo lo necesitaba, como un hermano.
Empezamos a pasar todo el tiempo libre que teníamos juntos, pensando en cómo podíamos hacernos famosos en el mundo del parkour.
Creamos nuestro propio equipo —Brewman, un híbrido entre nuestros nombres— cuando teníamos 14 años.
En octubre de 2015 posteamos un video en YouTube con nuestros mejores movimientos y fue un éxito total. Tuvo como 10.000 ‘me gusta’. Nos quedamos totalmente sorprendidos.
De repente, teníamos 15 años y éramos la gran sensación en la comunidad del parkour.
¡Estaba tan feliz! Esa aprobación me hizo sentir que todo era posible, que cualquiera podía alcanzar lo que se propusiese.
Dejé la escuela a los 16 y me fui a Alemania con Nye y el equipo de Brewman. Dormimos en el techo de un hotel en Munich por dos noches.
Nos habían recomendado esa ciudad por lo fantástica que era para trepar por sus construcciones y practicar saltos. Entonces creamos un evento en Facebook y organizamos un encuentro.
Vinieron entre 40 y 80 amantes del parkour.
Del parkour a la exploración urbana
La madre Nye le había confiscado su pasaporte para que no pudiese viajar para hacer parkour. Pero ni eso sirvió para detenerlo. Se consiguió un pasaporte de emergencia y se vino con nosotros a Munich.
Elegimos un hotel y nos fuimos sin que se dieran cuenta directamente a la terraza. Las vistas eran increíbles. Despertarse con un bello amanecer era la mejor parte. Había una inmensa sensación de libertad flotando en el aire.
Mirando hacia abajo podías ver a la gente moviéndose como pequeños puntitos. Me hizo dar cuenta de que no quería estar allí abajo con los robots. Prefería estar sin un centavo, más que tener un trabajo "normal".
Después del encuentro nos volvimos a Reino Unido. Me sentía feliz, siguiendo mi camino. Comencé a hacer mis propios videos, pidiéndole a mis amigos que me filmaran haciendo escenas peligrosas arriba de autobuses o trenes en movimiento. Para ese entonces, venía entrenando desde hace varios años.
Eso significaba saltar una y otra vez durante horas para poder medir las distancias con precisión.
Como resultado, se me gastó el cartílago en mi rodilla y tuve que dejar de practicar este deporte de forma regular. Entonces, empecé a interesarme por la exploración urbana, que es una forma más salvaje y alternativa del parkour.
No es un deporte oficial, pero implica entrar y salir de espacios urbanos a los que la gente no suele poder entrar.
Noticia inesperada
La primera vez que surfeé trenes fue en París, en octubre de 2016. Lo que sientes es puro miedo. Tienes que tener mucha confianza en ti mismo para hacerlo.
Esto llamó la atención de la prensa, pero luego recibí una llamada que lo cambió todo.
Era enero de 2017, unos días después de Año Nuevo. Estaba en mi casa con un grupo de amigos cuando me dieron la noticia: Nye había muerto en un accidente en París.
¡Fue tan surreal! Al principio no me lo podía creer. Los primeros reportes en la prensa dijeron que ocurrió cuando estaba surfeando trenes, pero no fue así.
Él estaba en París con su novia y algunos chicos de su equipo. Estaban en el metro, viajando para ver los fuegos artificiales. Nino, el amigo francés con el que se estaban quedando, abrió la cerradura entre los dos vagones y Nye sacó la cabeza para tomar una foto. Luego, un objeto lo golpeó en la cabeza.
Por suerte no estuve allí para verlo. Los otros nunca hablaron de lo que pasó delante de mí, pero me imagino que todavía tienen la imagen en la cabeza. Siento la responsabilidad de limpiar el nombre de Nye.
Él era curioso, tenía un objetivo, pero definitivamente no estaba surfeando trenes cuando murió.
No todo es un juego
Después de lo que pasó sentí que tenía que escaparme. Dejé mi trabajo como entrenador de gimnasia y me fui a Tailandia. Pasé un mes allí entrenando y juntándome con otros chicos que hacían parkour.
Es lo que Nye hubiese hecho. A él le encantaba viajar, el año anterior había ido a Hong Kong y China.
Él odiaba Aldershot, su ciudad natal. Él era diferente. Lo sabía, y creo que los demás también.
Perderlo hizo que me alejara de nuestros amigos y dejara de practicar parkour. Solo quería irme por mi cuenta y conocerme a mí mismo un poco mejor.
Entonces me fui a Bangkok, y allí me junté con otro YouTuber y empezamos a explorar la ciudad.
Nos trepábamos a los edificios, íbamos a fiestas y nos divertíamos.
Yo sé que suena extraño, pero, de alguna manera, la muerte de Nye me salvó la vida.
Me hizo ser más consciente del peligro, porque si yo hubiese estado allí en ese momento, me podría haber pasado a mí.
No teníamos límites. Y eso me mostró que hay un límite, de que no todo es un juego. Finalmente, me di cuenta.
Reflexioné sobre esto durante mucho tiempo. Todavía lo estoy procesando. Siempre vuelvo al momento en que me dijeron que se había muerto. Eso se queda contigo, imagino que para siempre.
Vivir al máximo
Desde que murió, hice algunas pruebas de riesgo para mis videos, incluido el surfeo en trenes en Londres.