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Accidente de Spanair: el milagro de las filas 2 a 9 en la tragedia aérea que dejó 154 muertos en España y sigue causando polémica 10 años después

BBC Mundo habló con una sobreviviente colombiana del vuelo de la compañía Spanair que se estrelló en 2008 en el aeropuerto de Madrid Barajas, poco después del despegue. Te contamos cómo fue el siniestro y por qué sigue causando polémica una década después.

Cuando Ligia Palomino Riveros recuperó la consciencia estaba tirada al lado de un río.

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"Tengo idea como que yo salí sobrevolando por encima del fuego", le contó a BBC Mundo, tratando de reunir las piezas borrosas del puzzle en su memoria.

10 años después del trágico accidente de avión al que sobrevivió, en el que murieron 154 personas, Ligia todavía no está segura de cómo llegó hasta allí.

"Con el tiempo yo sí vi fotos… cómo pude sobrevivir a aquello… ", se pregunta aún incrédula.

Milagros entre la 2 y la 9

Ligia es una de las 18 personas que ese día se salvaron por casualidad de la muerte. La gran mayoría iba entre las filas 2 y 9.

Esta médica colombiana afincada en España viajaba con su novio y con la hermana de este para pasar unos días de vacaciones en Las Palmas de Gran Canaria, el destino del vuelo JK5022 que partió de Madrid el 20 de agosto de 2008, hacia las 14:20 de la tarde.

El avión había estado a punto de despegar una hora antes, a la hora programada del vuelo, pero una luz roja que indicaba una avería en el calefactor de la sonda de temperatura (RAT), hizo que en el último momento el piloto decidiera volver al hangar para arreglarla.

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Los pasajeros esperaron dentro del avión. Ligia y su pareja iban en los asientos 9A y 9B. Su cuñada, en la fila de delante.

Poco después, solucionado el problema, el avión volvió a pista y reanudó su viaje.

Pero a los pocos segundos de iniciado el despegue volvió al suelo, dio varios bandazos mientras continuó avanzando a toda velocidad fuera de pista hasta caer por un terraplén en una zona arbolada junto al Arroyo de la Vega, un riachuelo que surca el aeropuerto de Barajas en paralelo a las pistas 36L y 36R.

Inmediatamente después de estrellarse hubo una fuerte explosión y el incendio que generó no solo consumió lo que quedaba de la nave sino también cientos de metros alrededor del lugar del accidente, que estaba lleno de hierba y maleza seca, como es natural en medio del seco verano madrileño.

La gran mayoría de las 154 personas que fallecieron, el 61% de acuerdo a un artículo publicado en la Revista Española de Medicina Legal, murieron carbonizadas.

La explosión de las más de 80 toneladas de queroseno que llevaba el avión junto a las alas, en la parte posterior de la nave, se ensañó sobre todo con los pasajeros que viajaban a partir de la fila 10.

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