"¡Acelere!"
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Era el grito entre lágrimas de una mujer con su bebé en brazos.
El tiempo pasaba cada vez más rápido y la meta parecía alejarse.
Según los cálculos de los venezolanos que se habían montado en los buses del corredor humanitario facilitado por Ecuador, llegarían a la frontera antes de la medianoche del viernes.
De esa manera lograrían ingresar a Perú antes de que entrara en vigencia la exigencia del pasaporte.
Sin embargo, en cierta parte de la ruta entre Quito y la ciudad fronteriza de Huaquillas, se dieron cuenta que estaban tardando más de lo usual.
Fue cuando comenzaron los gritos, las lágrimas y la desesperación.