Un agricultor descalzo camina por el bosque. Es de noche y la luz de su antorcha ilumina las gotas de lluvia que caen continuamente.
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El machete oxidado que sostiene no es para ramas, es para defenderse de los ladrones.
Otros hombres, agricultores como él, están afuera patrullando el bosque bajo la lluvia. Durante los pasados tres meses, han salido de su casa cada noche para realizar el largo trayecto hacia las plantaciones y proteger su cosecha.
Pero no se trata de una plantación ilegal de coca, o nada por el estilo. De hecho, estos campesinos están cultivando una cosecha cuyo nombrees sinónimo de algo aburrido.
Los hombres necesitan armas para defenderse de ladrones que vagabundean por el campo buscando una sola cosa: vainilla de Madagascar.