Desde que era veinteañero, Peter Vronsky tenía una fascinación: los asesinos en serie.
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Y todo había comenzado en un ascensor.
Era 1979. El historiador de origen canadiense tenía 23 años y estaba en Nueva York por trabajo.
Una tarde, tras esperar durante un rato a que el elevador bajara del cuarto piso a la recepción, le llamó la atención la actitud del hombre que salió del ascensor cuando finalmente se abrieron sus puertas.
Tenía un aspecto sucio, pero sobre todo, una mirada esquiva: lo miró como si Vronsky no existiera.
"Era como si pudiera ver a través mío. Lucía como un tipo que estaba en trance. Como si yo no estuviera allí", recordó.
A la mañana siguiente, Vronsky leyó en el periódico sobre el terrible crimen -un doble homicidio que incluía mutilación- que había ocurrido en su hotel el día anterior.
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Pero no fue sino un año después, leyendo la cobertura de los medios sobre el arresto y el juicio de Richard Cottingham, que se dio cuenta de que el llamado "Carnicero de Times Square" y el hombre del ascensor eran la misma persona.
Eso lo llevó a hacerse dos preguntas: ¿De dónde vienen estos monstruos? ¿Por qué hacen lo que hacen?