Esta es la historia de una madre que luchó durante 18 meses para volver a ver a su hija, a quien su expareja se la había llevado a otro país.
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Si las batallas por la custodia de un menor de edad son muy estresantes de por sí, tener que lidiar con el sistema judicial de un país extranjero las hace más complicadas, caras y lentas.
Pero, a medida que más personas pueden disfrutar de la libertad de tránsito que hay en Europa, casos como este se están volviendo más comunes.
"No me dijo lo que estaba planeando", asegura Tracy, una mujer que vive en Reino Unido.
"Dijo que se la llevaba a pasar la noche en el alojamiento temporal que tenía en Bradford. Mirando atrás, recuerdo que ella dijo que no quería ir, pero no pensé que estuviera pasando algo malo. Yo quería que él tuviera contacto con ella", recuerda.
Pero Tracy se dio pronto cuenta de que sí estaba ocurriendo algo malo.
"A la mañana siguiente, él me llamó. Estaba enojado y me dijo que estaban en República Checa. Me quedé en shock".
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"Fue el peor momento de mi vida. Llamé a la policía y hablaron con él pero, bajo el tratado internacional me dijeron que no podían hacer nada, incluso si se la había llevado sin que yo supiera nada", asegura.
Tracy había conocido a su pareja checa cuando él trabajaba en Bradford en 2005. Tres años después, tuvieron una hija. Después de que él fuera despedido, decidieron mudarse al pueblo checo donde vivían los padres de él para vivir en su casa.
Pero la relación se acabó.